NADEDAD.

...Sólo se oye un cuervo, hablando de sus memorias posado en un cuerpo abandonado por el alma.

Me consume la desazón, y el desencanto enmoheció mis sueños y mis ansias,
anquilosando un viejo cuerpo abandonado en la línea del tren...

Qué poco queda de la sonrisa fiel, del juego infantil que lleno de caticias soñó el sueño del amor.

Arreciado y a quemarropa anestesiado transita sus días anodinos y taciturnos... sin más anhelo
que su propio exterminio... culpable, inmanente, doloroso...
 
Cada gota de la lluvia se lamenta cayendo rendida al vacío, desapareciendo y esparciendose por los suelos...

 La podredumbre me quema,
la nadedad me alimenta, me llena de mi propio vacío y aún así vomito mis entrañas... las que un día me ilusionaron y
me estremecieron.
Esperaré mi momento como la luna espera al poeta, como el  lienzo al pintor. 

No quiero seguir  aprisionando cada parte de mi hasta ahogarme en mi propia sangre...que se enfría en tu frialdad, que tenue titila y se entibia a veces en las lágrimas que brotan desconsoladas...

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