VIVIR...PARA AMAR
“Vive como si fueras a morir mañana. Aprende
como si fueras a vivir siempre.” (Mahatma Gandhi)
Lo que nos pasa en determinados contextos, probablemente nos
pasa en todos los ámbitos, todo el tiempo, aunque seguramente en distintas
proporciones.
Lo que nos pasa en determinadas circunstancias es posible que
nos pase a lo largo de la vida, aunque quizás en distintas intensidades.
Podemos disfrutar de las cosas que hacemos, de los proyectos que
emprendemos, al enfrentar cada desafío, al aprovechar cada oportunidad. Y
también podemos vivirlos con dramatismo, queriendo que éstos terminen y se
acaben pronto.
Hay una elección muy profunda que todos tenemos que hacer y que
implica asumir la responsabilidad de llevar una vida protagónica y esto implica
y conlleva el elegir de qué manera abordar las distintas circunstancias de la
vida.
Podemos elegir y de hecho lo hacemos todo el tiempo, aún cuando
hacemos lo que otros esperan de nosotros o seguimos su criterio. Está
en nosotros la capacidad de celebrar la vida o padecerla.
La vida va a transcurrir igual, contra lo cual no podemos hacer
nada, son parte de las reglas de juego que tenemos que aceptar.
La vida va a transcurrir igual, la vivamos como una experiencia
maravillosa y llena de oportunidades de aporte y contribución o como una
sucesión de momentos dolorosos e incómodos.
Lo mismo que nos sucede y experimentamos al hablar en público
nos puede pasar al entrar al altar el día del casamiento, el día del nacimiento
del primer hijo y podríamos seguir enumerando situaciones, a los ojos de la
mayoría de las personas, “felices”, que podríamos padecer por no darnos cuenta
de nuestra capacidad para elegir nuestra respuesta ante toda circunstancia.
No hay recetas para disfrutar de la vida pero indudablemente hay
principios que nos ayudan a apreciarla y a vivirla con sentido y plenitud.
Conocernos mejor a nosotros mismos, desarrollar relaciones interpersonales
profundas, llevar un estilo de vida saludable, trabajar en nuestra
empleabilidad, ser pacientes con los demás y, principalmente, con nosotros mismos, ser agradecidos de
todo lo bueno que conforma nuestra vida, contribuir con nuestro trabajo a
la sociedad y permitirnos disfrutar
de cada logro en nuestro día a día, marcan la
diferencia entre los que avanzan en la vida y se sienten protagonistas, de
aquellos que se quejan y viven siempre disconformes buscando culpables.
Al igual que lo hacemos cuando comemos, si queremos apreciar los
distintos sabores, necesitamos digerir los alimentos despacio, de a uno a la
vez, y poner toda la atención en ese alimento e ir en busca del siguiente
cuando ya hayamos terminado con este primero. Y así, paso a paso, vamos
degustando la comida, disfrutando un momento, valorando la situación.
Conectarnos con el gusto, permitirnos disfrutar de los momentos,
adornar la propia alma con personas y actividades que nos enriquezcan, nos
permiten transitar la vida como un privilegio del que no nos queremos perder,
en lugar de transitarlo como un camino del que nos queremos escapar... anodino, sin sonidos, como película blanco y negro abandonada.
Somos responsables de elegir nuestra respuesta ante las
distintas circunstancias: celebremos la vida y disfrutaremos de cada uno de los
momentos por venir.
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